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Sin hablar de sedentarismo, el hombre del
Magdaleniense se caracteriza por una fijación mayor de su hábitat. Los
desplazamientos, propios de pueblos cazadores y recolectores, alternan
con diferentes tipos de ocupación de larga duración, que podría
repetirse año tras año. Para su estancia aprovechaban abrigos naturales,
ocupando refugios bajo las rocas y las entrada de cuevas con buena
exposición de luz. Son muy escasas los hábitats en el interior de las
cuevas, donde sí realizaban manifestaciones artísticas. También
utilizaron instalaciones al aire libre. |
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Las cuevas eran habitadas durante el Paleolítico
superior en su parte más externa, donde llegaba la luz del sol. Pero no
las habitaban tal cual, sino que las acondicionaban. Arriba,
reconstrucción del interior de una tienda organizada. Abajo, laa
reconstrucción de una zona de habitación, que de forma muy parecida, se
encontraría en la mayoría de las cuevas. |
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Algunas imágenes, excesivamente idealizadas en este aspecto, nos
pueden dar una pista de la actividad diaria de estas personas.
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¿Y en el interior de su vivienda? |
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Las pinturas y grabados se hacían, generalmente, en
lo más profundo de la cueva. En el caso de Altamira, las pinturas del
techo policromo se hicieron un una zona muy próxima a la habitación,
donde llegada la luz que penetraba por la boca de la cueva. ¿Podría haber sido así?
Con un poco de imaginación podemos ver a nuestro antepasado
pintando en el interior de la cueva. La iluminación se hacía con
lámparas en las que se quemaba grasa animal y ramitas de enebro.
Este fuego no produce negro. A su lado vemos a otro hombre
moliendo los minerales para hacer los pigmentos que se iban a
aplicar en la pared. |
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